Decirte que estos días en confinamiento me hacen encontrarme una y otra vez con mis patrones de conducta habituales, quizás ahora sea más fácil verlos cuando me encuentro frente a mí todo el tiempo. Me doy cuenta y rectifico, pero vuelve a ocurrir algo y de nuevo surge la resolución del modo que creo que me hace más feliz. Pero esto no es asi…aunque a priori este patrón parece que es lo que necesito hacer no deja de ser una actuación dentro de mi zona de confort, resolver de la forma que conozco y que he venido haciendo toda mi vida.
Mi forma de actuar frente a lo no deseado es solucionarlo con celeridad para que no pese. Y en este momento me doy cuenta, más que nunca que poco está en mi mano. Escuché una frase estos días de una abuelita de 85 años, luchadora incansable y con mucho dolor a su espalda. Y la frase es la siguiente: Acepta el misterio del dolor y abrázalo con alegría. En este primer mundo estamos tan acostumbrados a la comodidad, a conseguir lo que necesitas de forma inmediata. Que me quedo… con sostener y abrazar la situación. Cuándo dejo de ser tan proactiva con lo que sucede y dejo de otorgarle tanta preocupación, cuando lo sostengo, cuando lo abrazo, cuando no hago que las cosas cambien, cuando me abrazo ante este dolor, pueden ocurrir varias cosas: La situación no cambia pero se dulcifica o a veces se resuelve por si sola cuando dejas de mirar en esa dirección o simplemente al dejar de resistirme y»aguantar el tirón» de lo que ES, las resistencias se ablandan y entra más fácil la aceptación y surge el ALIVIO.
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